miércoles, 22 de abril de 2015

Francisco Díaz, el dios del pool europeo

Empezó el Europeo con una medalla de bronce, en straight pool, y lo continuó con una plata, en bola-10. Pero le faltaba el oro, marcharse de Portugal con el gusto de saberse el mejor. Y lo hizo. Lejos de conformarse con dos metales, un logro ya de por sí a la altura del salto estratosférico de Felix Baumgarner, se lanzó a por el título en la última modalidad de los Campeonatos de Europa, la de bola-9. Uno a uno fue disparando a sus rivales con balas de cristal, resistiendo los golpes que le tiraron al más puro estilo Tyson y que a otros hubieran tumbado para acabar plantándose en la final, ganarla y disparar al aire -ya no le quedaban rivales a los que aniquilar- ante los aplausos de los allí presentes. A todos ellos no les quedó más remedio que rendir pleitesía al dios del pool en 2015, al gran protagonista de la máxima competición continental, al ganador de tres medallas y MVP del torneo: Francisco 'Tornado' Díaz.


En la fase de doble KO, el español obtuvo el pase a las eliminatorias directas tras dejar en la cuneta al suizo Michael Schneider (9-3) y el sueco Marcus Chamat (9-7), capitán de la Mosconi Cup y billarista al que superó en la final del Eurpeo de bola-9 en 2012. Ya en treintaydosavos de final, su primera víctima fue el eslovaco Klemen Gradisnik (9-6). Posteriormente, fue dejando en el camino al alemán Andreas Roschkoswky (9-5), en dieciseisavos; el polaco Tomasz Kaplan (9-3), en octavos; el italiano Daniele Corrieri (9-7), en cuartos de final; el holandés Marc Bijsterboch (9-8), en semifinales; y el polaco Karol Skowerski (9-5), en la final.

Sufrió 'Tornado' en la penúltima batalla ante el jugador tulipán, que venía de remontar un 8-5 contra Fran Sánchez -se quedó por a una partida de la medalla- en la ronda anterior. El andaluz se distanció también 8-5, pero el holandés parecía dispuesto a repetir la gesta anterior al igualar la partida a ocho. Fue entonces cuando el destino quiso hacer justicia y que fuera el hispalense el que accediera a la final. Tras intentar una defensa complicada, su rival se jugó la bola seis a banda, pero se le quedó en puerta. Paquito cogió su fusil y reventó así la cerradura de la puerta hacia el Olimpo.



Ya sólo le quedaba atravesar el camino, no exento de obstáculos. Tras perder el saque, no le quedó otra que ir por detrás en el marcador hasta el 5-5, siempre por una partida. No le acompañaba la suerte al romper, todo lo contrario que al polaco. Con 5-4 se vio un claro ejemplo de ello. Metió cuatro bolas de saque, pero la nueve se cruzó en el camino de la tres, la más baja que había en la mesa. Paquito alzó los brazos al cielo en señal de desesperación. Los dioses parecían ir a por él, pero ni siquiera eso le frenó. Armó el taco de salto y se sacó un golpe mágico de la chistera para hacer una serie. Ahí comenzó un parcial de 5-0, con otro pleno en la última partida, para que este semidios se ganara un trono en el Olimpo y tutear así al mismísimo Zeus.


Abrazado a su mujer, que no pudo reprimir las lágrimas, el nuevo dios del pool europeo se despidió entre aplausos de un Campeonato de Europa para la historia. A los que presenciamos esa imagen también nos brillaron los ojos. Y es que podrían pasar muchos años hasta que otro español consiga tres medallas individuales en una misma competición -en 2012 logró dos individuales y una por equipos-, algo sólo alcance de billaristas de la talla de Francisco Díaz, el tornado que arrasó Portugal con esa magia celestial que sólo los dioses poseen.

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