Empezó el Europeo con una medalla de
bronce, en straight pool, y lo continuó con una plata, en bola-10.
Pero le faltaba el oro, marcharse de Portugal con el gusto de saberse
el mejor. Y lo hizo. Lejos de conformarse con dos metales, un logro
ya de por sí a la altura del salto estratosférico de Felix
Baumgarner, se lanzó a por el título en la última modalidad de los
Campeonatos de Europa, la de bola-9. Uno a uno fue disparando a sus
rivales con balas de cristal, resistiendo los golpes que le tiraron
al más puro estilo Tyson y que a otros hubieran tumbado para acabar
plantándose en la final, ganarla y disparar al aire -ya no le
quedaban rivales a los que aniquilar- ante los aplausos de los allí
presentes. A todos ellos no les quedó más remedio que rendir
pleitesía al dios del pool en 2015, al gran protagonista de la
máxima competición continental, al ganador de tres medallas y MVP
del torneo: Francisco 'Tornado' Díaz.
En la fase de doble KO, el español
obtuvo el pase a las eliminatorias directas tras dejar en la cuneta
al suizo Michael Schneider (9-3) y el sueco Marcus Chamat (9-7),
capitán de la Mosconi Cup y billarista al que superó en la final
del Eurpeo de bola-9 en 2012. Ya en treintaydosavos de final, su
primera víctima fue el eslovaco Klemen Gradisnik (9-6).
Posteriormente, fue dejando en el camino al alemán Andreas
Roschkoswky (9-5), en dieciseisavos; el polaco Tomasz Kaplan (9-3),
en octavos; el italiano Daniele Corrieri (9-7), en cuartos de final;
el holandés Marc Bijsterboch (9-8), en semifinales; y el polaco
Karol Skowerski (9-5), en la final.
Sufrió 'Tornado' en la penúltima
batalla ante el jugador tulipán, que venía de remontar un 8-5
contra Fran Sánchez -se quedó por a una partida de la medalla- en
la ronda anterior. El andaluz se distanció también 8-5, pero el
holandés parecía dispuesto a repetir la gesta anterior al igualar
la partida a ocho. Fue entonces cuando el destino quiso hacer
justicia y que fuera el hispalense el que accediera a la final. Tras
intentar una defensa complicada, su rival se jugó la bola seis a
banda, pero se le quedó en puerta. Paquito cogió su fusil y reventó
así la cerradura de la puerta hacia el Olimpo.
Ya sólo le quedaba atravesar el
camino, no exento de obstáculos. Tras perder el saque, no le quedó
otra que ir por detrás en el marcador hasta el 5-5, siempre por una
partida. No le acompañaba la suerte al romper, todo lo contrario que
al polaco. Con 5-4 se vio un claro ejemplo de ello. Metió cuatro
bolas de saque, pero la nueve se cruzó en el camino de la tres, la
más baja que había en la mesa. Paquito alzó los brazos al cielo en
señal de desesperación. Los dioses parecían ir a por él, pero ni
siquiera eso le frenó. Armó el taco de salto y se sacó un golpe
mágico de la chistera para hacer una serie. Ahí comenzó un parcial
de 5-0, con otro pleno en la última partida, para que este semidios
se ganara un trono en el Olimpo y tutear así al mismísimo Zeus.
Abrazado a su mujer, que no pudo
reprimir las lágrimas, el nuevo dios del pool europeo se despidió
entre aplausos de un Campeonato de Europa para la historia. A los que
presenciamos esa imagen también nos brillaron los ojos. Y es que
podrían pasar muchos años hasta que otro español consiga tres
medallas individuales en una misma competición -en 2012 logró dos individuales y una por equipos-, algo sólo alcance de billaristas
de la talla de Francisco Díaz, el tornado que arrasó Portugal con
esa magia celestial que sólo los dioses poseen.
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